“Uno debe ser leal consigo mismo. No se puede traicionar al joven que intentó vivir y soñar un mundo distinto.”
“Los seres humanos pueden vivir sin dioses pero los dioses le deben la vida a los seres humanos, es decir, son una extensión imaginaria de la realidad, el resultado de una insatisfacción.”
“Se crece siempre en busca del pasado.”
“La vida tiene menos que ver con los principios que con la dignidad de los finales.”
“Las perfecciones son tristes, y es muy triste la belleza del mundo.”
“La verdad es un lugar vacío, pisado por el miedo y por los vencedores.”
“Hermosa y respetable es la locura.”
“No faltan el viento y las razones, sino la voluntad y el timón.”
“Que no puedas perder lo que perdiste no da tranquilidad, sino vacío.”
Luis García Montero es, probablemente, la voz poética más importante de la segunda mitad del siglo XX en España, blablabla.
Pero el tío va y hace poemas tan geniales y elegantes como este (greguería incluida), con una apoteósica mamada final:
El mar
que se cierra y se abre
como un libro con páginas de espuma,
nos sorprende en tu boca,
bajo tu cabellera dispersa entre mis muslos.
Por recoger tus huellas,
ha caído la nieve
sobre la acera.
La nieve de diciembre,
que te pide el regreso
mientras se tiende.
Desde el amanecer,
sin humillarse nunca
bajo tus pies.
Qué solitario vivo
en este corazón
donde hace frío.
Donde la nieve espera,
preparando el regreso
para tus huellas.
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